JHRParral
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miércoles, 12 de febrero de 2014
miércoles, 13 de junio de 2012
El hombre que no progresa
1.- Piensa en el fracaso.
2.- Depende de sus amigos.
3.- Siempre tiene una excusa.
4.- Gasta más de lo que gana.
5.- Derrocha su tiempo desocupado.
6.- Se duerme en sus laureles.
7.- Toma por hecho las suposiciones.
8.- Siempre está riendo.
9.- Deja que otros hagan lo que tiene que hacer él.
10.- Es fanfarrón.
11.- Es un vigilante del reloj.
12.- No sugiere nada.
13.- No se sale de su camino para ayudar a otro amigo.
14.- No es ordenado.
15.- Tiene como hábito pedir prestado
16.- Habla siempre de su persona.
17.- Es desesperado.
18.- Molesta continuamente.
19.- Todo lo complica.
20.- Si al comenzar una empresa no tiene éxito la deja.
21.- Anda a tientas, no planea.
22.- No es normal, no cumple con sus compromisos con puntualidad debida.
23.- Es desleal.
24.- Es pesimista.
25.- Hace que los demás le tengan miedo.
26.- Obra de mala fe.
27.- Es descortés.
28.- No es digno de confianza.
29.- No trabaja en horas extraordinarias.
30.- No toma en consideración lo que otros puedan pensar.
31.- Deja que se acumule su trabajo.
32.- No trabaja con entusiasmo.
33.- Olvida sus compromisos.
34.- Se queja continuamente.
35.- Nunca quiere equivocarse.
36.- Se conforma con éxitos parciales.
37.- Achaca sus errores a otros.
38.- No acepta consejos de nadie.
39.- Actúa como si todo lo supiera.
40.- No se prepara para el ascenso.
41.- Habla mal de sus jefes.
42.- Nunca acepta responsabilidades.
43.- Fácilmente se desanima.
44.- Descuida su educación.
45.- Tiene malos hábitos.
46.- Nunca consulta libros instructivos.
47.- Trata de evadir el pago de sus deudas
miércoles, 28 de marzo de 2012
Practica en Geogebra
Para alumnos de 6° semestre del CBTis
utilizando la ecuación
utilizando la ecuación
- Construir la gráfica en Geogebra
- Marcar el punto de inflexión y sus coordenadas
- Dibujar las tangentes con linea punteada donde formen un angulo de 45° y 60° con el eje x
- Enviar archivos en formato de Geogebra a isleahr@prodigy.net.mx
martes, 6 de marzo de 2012
Gabriel José García Márquez nació en Aracataca (Colombia) en 1928 el 6 de marzo. Cursó estudios secundarios en San José a partir de 1940 y finalizó su bachillerato en el Colegio Liceo de Zipaquirá, el 12 de diciembre de 1946. Se matriculó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Cartagena el 25 de febrero de 1947, aunque sin mostrar excesivo interés por los estudios. Su amistad con el médico y escritor Manuel Zapata Olivella le permitió acceder al periodismo. Inmediatamente después del "Bogotazo" (el asesinato del dirigente liberal Jorge Eliécer Gaitán en Bogotá, las posteriores manifestaciones y la brutal represión de las mismas), comenzaron sus colaboraciones en el periódico liberal El Universal, que había sido fundado el mes de marzo de ese mismo año por Domingo López Escauriaza.
Había comenzado su carrera profesional trabajando desde joven para periódicos locales; más tarde residiría en Francia, México y España. En Italia fue alumno del Centro experimental de cinematografía. Durante su estancia en Sucre (donde había acudido por motivos de salud), entró en contacto con el grupo de intelectuales de Barranquilla, entre los que se contaba Ramón Vinyes, ex propietario de una librería que habría de tener una notable influencia en la vida intelectual de los años 1910-20, y a quien se le conocía con el apodo de "el Catalán" -el mismo que aparecerá en las últimas páginas de la obra más célebre del escritor, Cien años de soledad (1967). Desde 1953 colabora en el periódico de Barranquilla El nacional: sus columnas revelan una constante preocupación expresiva y una acendrada vocación de estilo que refleja, como él mismo confesará, la influencia de las greguerías de Ramón Gómez de la Serna. Su carrera de escritor comenzará con una novela breve, que evidencia la fuerte influencia del escritor norteamericano William Faulkner: La hojarasca (1955). La acción transcurre entre 1903 y 1928 (fecha del nacimiento del autor) en Macondo, mítico y legendario pueblo creado por García Márquez. Tres personajes, representantes de tres generaciones distintas, desatan -cada uno por su cuenta- un monólogo interior centrado en la muerte de un médico que acaba de suicidarse. En el relato aparece la premonitoria figura de un viejo coronel, y "la hojarasca" es el símbolo de la compañía bananera, elementos ambos que serían retomados por el autor en obras sucesivas.
En 1961 publicó El coronel no tiene quien le escriba, relato en que aparecen ya los temas recurrentes de la lluvia incesante, el coronel abandonado a una soledad devastadora, a penas si compartida por su mujer, un gallo, el recuerdo de un hijo muerto, la añoranza de batallas pasadas y... la miseria. El estilo lacónico, áspero y breve, produce unos resultados sumamente eficaces. En 1962 reúne algunos de sus cuentos -ocho en total- bajo el título de Los funerales de Mamá Grande, y publica su novela La mala hora.
Pero toda la obra anterior a Cien años de soledad es sólo un acercamiento al proyecto global y mucho más ambicioso que constituirá justamente esa gran novela. En efecto, muchos de los elementos de sus relatos cobran un interés inusitado al ser integrados en Cien años de soledad. En ella, Márquez edifica y da vida al pueblo mítico de Macondo (y la legendaria estirpe de los Buendía): un territorio imaginario donde lo inverosímil y mágico no es menos real que lo cotidiano y lógico; este es el postulado básico de lo que después sería conocido como realismo mágico. Se ha dicho muchas veces que, en el fondo, se trata de una gran saga americana. Macondo podría representar cualquier pueblo, o mejor, toda Hispanoamérica: a través de la narración, asistimos a su fundación, a su desarrollo, a la explotación bananera norteamericana, a las revoluciones, a las contrarrevoluciones... En suma, una síntesis novelada de la historia de las tierras latinoamericanas. En un plano aún más amplio puede verse como una parábola de cualquier civilización, de su nacimiento a su ocaso.
Tras este libro, el autor publicó la que, en sus propias palabras, constituiría su novela preferida: El otoño del patriarca (1975), una historia turbia y cargada de tintes visionarios acerca del absurdo periplo de un dictador solitario y grotesco. Albo más tarde, publicaría los cuentos La increíble historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada (1977), y Crónica de una muerte anunciada (1981), novela breve basada en un suceso real de amor y venganza que adquiere dimensiones de leyenda, gracias a un desarrollo narrativo de una precisión y una intensidad insuperables. Su siguiente gran obra, El amor en los tiempos del cólera, se publicó en 1987: se trata de una historia de amor que atraviesa los tiempos y las edades, retomando el estilo mítico y maravilloso. Una originalísima y gran novela de amor, que revela un profundo conocimiento del corazón humano. Pero es mucho más que eso, debido a la multitud de episodios que se entretejen con la historia central, y en los que brilla hasta lo increíble la imaginación del autor.
En 1982 le había sido concedido, no menos que merecidamente, el Premio Nobel de Literatura. Una vez concluida su anterior novela vuelve al reportaje con Miguel Littin, clandestino en Chile (1986), escribe un texto teatral, Diatriba de amor para un hombre sentado (1987), y recupera el tema del dictador latinoamericano en El general en su laberinto (1989), e incluso agrupa algunos relatos desperdigados bajo el título Doce cuentos peregrinos (1992). Nuevamente, en sus últimas obras, podemos apreciar la conjunción de la novela amorosa y sentimental con el reportaje: así en Del amor y otros demonios (1994) y Noticia de un secuestro (1997). Ha publicado también libros de crónicas, guiones cinematográficos y varios volúmenes de recopilación de sus artículos periodísticos: Textos costeños, Entre cachacos, Europa y América y Notas de prensa.
Recientemente, la editorial Alfaguara ha publicado una completa biografía de Gabriel García Márquez, Viaje a la semilla, de Dasso Saldívar. Finalmente, a quien le interese la voz directa de García Márquez, podrá consultar el libro de entrevistas El olor de la papaya (1982). O, mejor aún, los sucesivos tomos que constituirían la extensa autobiografía del autor, Vivir para contarlo, cuyo ejercicio, según el propio García Márquez constituye, básicamente, una garantía para mantener "el brazo caliente" entre dos novelas.
Había comenzado su carrera profesional trabajando desde joven para periódicos locales; más tarde residiría en Francia, México y España. En Italia fue alumno del Centro experimental de cinematografía. Durante su estancia en Sucre (donde había acudido por motivos de salud), entró en contacto con el grupo de intelectuales de Barranquilla, entre los que se contaba Ramón Vinyes, ex propietario de una librería que habría de tener una notable influencia en la vida intelectual de los años 1910-20, y a quien se le conocía con el apodo de "el Catalán" -el mismo que aparecerá en las últimas páginas de la obra más célebre del escritor, Cien años de soledad (1967). Desde 1953 colabora en el periódico de Barranquilla El nacional: sus columnas revelan una constante preocupación expresiva y una acendrada vocación de estilo que refleja, como él mismo confesará, la influencia de las greguerías de Ramón Gómez de la Serna. Su carrera de escritor comenzará con una novela breve, que evidencia la fuerte influencia del escritor norteamericano William Faulkner: La hojarasca (1955). La acción transcurre entre 1903 y 1928 (fecha del nacimiento del autor) en Macondo, mítico y legendario pueblo creado por García Márquez. Tres personajes, representantes de tres generaciones distintas, desatan -cada uno por su cuenta- un monólogo interior centrado en la muerte de un médico que acaba de suicidarse. En el relato aparece la premonitoria figura de un viejo coronel, y "la hojarasca" es el símbolo de la compañía bananera, elementos ambos que serían retomados por el autor en obras sucesivas.
En 1961 publicó El coronel no tiene quien le escriba, relato en que aparecen ya los temas recurrentes de la lluvia incesante, el coronel abandonado a una soledad devastadora, a penas si compartida por su mujer, un gallo, el recuerdo de un hijo muerto, la añoranza de batallas pasadas y... la miseria. El estilo lacónico, áspero y breve, produce unos resultados sumamente eficaces. En 1962 reúne algunos de sus cuentos -ocho en total- bajo el título de Los funerales de Mamá Grande, y publica su novela La mala hora.
Pero toda la obra anterior a Cien años de soledad es sólo un acercamiento al proyecto global y mucho más ambicioso que constituirá justamente esa gran novela. En efecto, muchos de los elementos de sus relatos cobran un interés inusitado al ser integrados en Cien años de soledad. En ella, Márquez edifica y da vida al pueblo mítico de Macondo (y la legendaria estirpe de los Buendía): un territorio imaginario donde lo inverosímil y mágico no es menos real que lo cotidiano y lógico; este es el postulado básico de lo que después sería conocido como realismo mágico. Se ha dicho muchas veces que, en el fondo, se trata de una gran saga americana. Macondo podría representar cualquier pueblo, o mejor, toda Hispanoamérica: a través de la narración, asistimos a su fundación, a su desarrollo, a la explotación bananera norteamericana, a las revoluciones, a las contrarrevoluciones... En suma, una síntesis novelada de la historia de las tierras latinoamericanas. En un plano aún más amplio puede verse como una parábola de cualquier civilización, de su nacimiento a su ocaso.
Tras este libro, el autor publicó la que, en sus propias palabras, constituiría su novela preferida: El otoño del patriarca (1975), una historia turbia y cargada de tintes visionarios acerca del absurdo periplo de un dictador solitario y grotesco. Albo más tarde, publicaría los cuentos La increíble historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada (1977), y Crónica de una muerte anunciada (1981), novela breve basada en un suceso real de amor y venganza que adquiere dimensiones de leyenda, gracias a un desarrollo narrativo de una precisión y una intensidad insuperables. Su siguiente gran obra, El amor en los tiempos del cólera, se publicó en 1987: se trata de una historia de amor que atraviesa los tiempos y las edades, retomando el estilo mítico y maravilloso. Una originalísima y gran novela de amor, que revela un profundo conocimiento del corazón humano. Pero es mucho más que eso, debido a la multitud de episodios que se entretejen con la historia central, y en los que brilla hasta lo increíble la imaginación del autor.
En 1982 le había sido concedido, no menos que merecidamente, el Premio Nobel de Literatura. Una vez concluida su anterior novela vuelve al reportaje con Miguel Littin, clandestino en Chile (1986), escribe un texto teatral, Diatriba de amor para un hombre sentado (1987), y recupera el tema del dictador latinoamericano en El general en su laberinto (1989), e incluso agrupa algunos relatos desperdigados bajo el título Doce cuentos peregrinos (1992). Nuevamente, en sus últimas obras, podemos apreciar la conjunción de la novela amorosa y sentimental con el reportaje: así en Del amor y otros demonios (1994) y Noticia de un secuestro (1997). Ha publicado también libros de crónicas, guiones cinematográficos y varios volúmenes de recopilación de sus artículos periodísticos: Textos costeños, Entre cachacos, Europa y América y Notas de prensa.
Recientemente, la editorial Alfaguara ha publicado una completa biografía de Gabriel García Márquez, Viaje a la semilla, de Dasso Saldívar. Finalmente, a quien le interese la voz directa de García Márquez, podrá consultar el libro de entrevistas El olor de la papaya (1982). O, mejor aún, los sucesivos tomos que constituirían la extensa autobiografía del autor, Vivir para contarlo, cuyo ejercicio, según el propio García Márquez constituye, básicamente, una garantía para mantener "el brazo caliente" entre dos novelas.
domingo, 4 de marzo de 2012
Jesus Reyes Heroles
Jesús Reyes Heroles nació el 3 de abril de 1921, en la ciudad de Tuxpan, Estado de Veracruz, México. Sus padres fueron Jesús Reyes y Juana Heroles. Su educación y formación tuvo lugar en su ciudad natal, así como en las de Tampico, Ciudad Victoria, San Luis Potosí y la capital del país. Realiza estudios de posgrado en las universidades argentinas de Buenos Aires y la Plata, así como en el Colegio Libre de Estudios Superiores de Buenos Aires. Hasta la década de los cuarenta, dedicó su vida al estudio y formación intelectual, a partir del análisis de los clásicos humanistas, teólogos, ilustrados y liberales de los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX.
En 1951, se une en matrimonio a Gloria González Garza, con quien procrea a sus hijos Jesús y Federico. La década de los cincuenta marca el despegue intelectual y político de Jesús Reyes Heroles; la década de los sesenta, atestigua su desempeño como legislador, historiador y administrador público; en los setenta, como ideólogo del partido en el poder y como Secretario de Gobierno. En la de los ochenta, alcanza su consolidación como estadista, al frente de la Secretaría de Educación Pública del país, cuya labor será detenida con su muerte, acaecida el 19 de marzo de 1985, en Denver, Colorado, EE.UU.
El humanismo de Jesús Reyes Heroles
Jesús Reyes Heroles, como humanista que es, piensa e impulsa un humanismo a partir de su concepción antropológica, lato sensu; es decir de “la idea del hombre, como libertad y como justicia en la sociedad” (Gob. del Edomex., 1995: 224). De manera más particular, se refiere al mexicano libre, justo y solidario, prerrequisitos éstos para avanzar hacia la igualdad y bienestar de los hombres, fundamento de lo que él llama “humanismo social”, que “no supone el estudio de los clásicos por ser clásicos, sino por ser humanos; que no desdeña, en aras individualistas, los méritos nacionales, la esencial peculiaridad, pero que tampoco subestima la idea de hombre a lo pintoresco y menos al nacionalismo agresivo” (Reyes, 1975: 351).
Un humanismo de esta naturaleza requiere de instituciones e instrumentos que lo formen, cultiven e impulsen. Es así como Jesús Reyes Heroles le apuesta a la escuela y a la educación humanista. Ésta, según él, “debe enseñar al hombre a saber y a querer, a saber qué es lo que quiere y a querer aquello que sabe que es bueno para sí y sus semejantes”. (Ibíd.: 353). No es partidario de un hombre individualista e indiferente, pues a su juicio “Si algo va contra lo humano, si algo es inhumano es la indiferencia” (Loc. cit.). Por ello, recomienda que frente a ella hay que promover la solidaridad y “relación social”, la integración plena del hombre en la sociedad, para evitar la deshumanización del mismo. En otras palabras, el hombre se humaniza en su interrelación con otros hombres.
La solidaridad es uno de los ejes del “humanismo revolucionario” de Jesús Reyes Heroles y una condición para alcanzar la igualdad entre los hombres. Gracias a ella, según él, la persona supera su individualismo y hace suyos los valores colectivos. En este sentido, afirma que: “Solidaridad es la entrega a los demás, como medio de obtener la plenitud propia, la cabal realización de la personalidad” (Ibíd.: 351). El hombre se humaniza en su relación dialéctica con humanos; rebasa, así, el concepto mismo de solidaridad y lo lleva hasta el de la interdependencia social y, por tanto, humana.
Jesús Reyes Heroles se pronuncia a favor de la solidaridad latinoamericana. Argumenta, al hablar de la política internacional de México, que si bien se debe ser respetuoso y no intervenir en los asuntos internos de otros países, “sí debe haber una solidaridad indisoluble entre los pueblos de América Latina, que, por tener una conciencia común, coincidencias históricas fundamentales y metas que también coinciden en lo esencial, deben luchar por aspiraciones comunes” (Ibíd.: 413). He aquí, una visión humanista latinoamericana de Jesús Reyes Heroles, que lo proyecta como un hombre que promueve la solidaridad, justicia, libertad y democracia en México y demás naciones latinoamericanas.
Al hablar sobre la libertad, Jesús Reyes Heroles lo hace en un sentido amplio y a partir de su doctrina de “liberalismo social”. No concibe la libertad en singular, sino como un conjunto de libertades fundamentales, agrupadas en libertades espirituales y políticas. Estas libertades serán una realidad siempre y cuando exista justicia social; en otras palabras, a todo hombre libre corresponde una sociedad justa; y, a la inversa, a toda sociedad justa corresponden hombres libres y solidarios.
La libertad, para Jesús Reyes Heroles, es resultado o consecuencia del “humanismo social”, puesto que exige el debilitamiento de la desigualdad y el fortalecimiento de la democracia, “para que cada hombre, desenvolviéndose de acuerdo con sus ímpetus interiores, contribuya a encontrar las metas comunes, los ideales generales, y sirviéndose a sí mismo sirva a la colectividad a la que pertenece” (Ibíd.: 350) Por ello, la libertad es un imperativo categórico para el desarrollo a plenitud de todas las facultades del ser humano. Afirma, enfáticamente, que “la vida misma es inconcebible sin la libertad, pues únicamente vive lo que es libre” (Ibíd.: 509).
Es tal la importancia que Jesús Reyes Heroles le otorga a la libertad del hombre que sin ella, “el trabajo, de medio de realización del hombre, se convierte en instrumento enajenante, y el hombre, de ser que piensa y actúa, pasa a ser entidad que obedece, a guarismo inerte” (Loc. cit.). Es decir, deja de ser hombre y se convierte en un número frío del censo de población.
En síntesis, en los escritos de Jesús Reyes Heroles se pueden encontrar sus planteamientos sobre la naturaleza humana. La libertad, justicia, solidaridad e igualdad son valores intrínsecos del ser humano. Por ello, pugna porque la sociedad forme al mexicano y, por extensión, al latinoamericano, así como al hombre en general, con esta axiología humanista, como vía para llegar a lo que denomina “humanismo social y revolucionario”.
lunes, 31 de enero de 2011
GRAPHMATICA
imagen generada por el programa Graphmatica, correponde a una parabola, con vertice fuera del origen, la solución por medio de la fórmula general no existe por no cruzar el eje de las x, el discriminante es la raiz de un número negativo el cual no existe
Para descargar el archivo del programa use este link http://www8.pair.com/ksoft/espanol, o pegandolo en la barra de su explorador
sábado, 21 de febrero de 2009
El Corrido de Chihuahua
Yo soy del mero Chihuahua
del mineral del Parral
y escuchen este corrido
que alegre vengo a cantar
¡Qué bonito es Chihuahua!
Eres mi tierra norteña
india vestida de sol,
Brava como un león herido
dulce como una canción.
¡Qué bonito es Chihuahua!
Lindas las noches de luna
alegradas con sotol
que por allá por la “La Junta”
me paseaba con mi amor
¡Qué bonito es Chihuahua!
Las fiestas de Santa Rita
del noble y viejo real
que tienen sabor añejo
y alegría tradicional
¡Qué bonito es Chihuahua!
La cascada Basaseachi
es como lluvia de plata
donde me iba por las tardes
a pasarme con mi chata.
¡Qué bonito es Chihuahua!
para valientes mi tierra
para manzanas el valle,
asaderos Villa Ahumada
y de la sierra la carne.
¡Qué bonito es Chihuahua!
Esas liebres orejeras
y los pinos de Majalca
y el gran ganado llamado
Cara Blanca de Chihuahua
¡Qué bonito es Chihuahua!
Papigochi, Pico Largo
oro y plata del Parral
las grullas y los venados
esa es mi tierra natal
¡Qué bonito es Chihuahua!
ya me voy ya me despido
no se les vaya a olvidar
pa´gente buena Chihuahua
que es valiente, noble y leal
Letra de Pedro de Lille
del mineral del Parral
y escuchen este corrido
que alegre vengo a cantar
¡Qué bonito es Chihuahua!
Eres mi tierra norteña
india vestida de sol,
Brava como un león herido
dulce como una canción.
¡Qué bonito es Chihuahua!
Lindas las noches de luna
alegradas con sotol
que por allá por la “La Junta”
me paseaba con mi amor
¡Qué bonito es Chihuahua!
Las fiestas de Santa Rita
del noble y viejo real
que tienen sabor añejo
y alegría tradicional
¡Qué bonito es Chihuahua!
La cascada Basaseachi
es como lluvia de plata
donde me iba por las tardes
a pasarme con mi chata.
¡Qué bonito es Chihuahua!
para valientes mi tierra
para manzanas el valle,
asaderos Villa Ahumada
y de la sierra la carne.
¡Qué bonito es Chihuahua!
Esas liebres orejeras
y los pinos de Majalca
y el gran ganado llamado
Cara Blanca de Chihuahua
¡Qué bonito es Chihuahua!
Papigochi, Pico Largo
oro y plata del Parral
las grullas y los venados
esa es mi tierra natal
¡Qué bonito es Chihuahua!
ya me voy ya me despido
no se les vaya a olvidar
pa´gente buena Chihuahua
que es valiente, noble y leal
Letra de Pedro de Lille
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